(La poesía no es para bebérsela)
En este bar, o en uno como éste, se me incendian los pantalones cuando entras por la puerta. Y quemo todos mis versos. Y todo suena soez.
(La poesía no es para follársela)
Y se me derrama la voz debajo del taburete y se me pone negra. Y alzo el tono. Y corro el riesgo de hacerme escuchar.
(La poesía no es para gritarla)
En un bar como éste, o en éste mismo bar, la verdad es que no lo recuerdo bien, se me han escurrido los años como monedas de mi bolsillo roto.
Y aun así... la poesía es.