Me escribe
y me dice que me ate
la cordura
Que no me manche. Que mejor
que no me manche
Que solo los ciegos saben
conducir de noche y que
a 150 latidos de alquitrán
nos estampamos fijo.
Que mejor que nos miremos con sonrisas
inocentes me dice
la tía.
Así.
Os lo juro.
Os lo juro.
Le respondo que de acuerdo.
Pero que me faltaran huevos
para mantener
la sonrisa inocente
cuando me acerque despacio
a su sexo
y deslice hasta los tobillos
sus braguitas blancas.