08 enero, 2012

DISCULPE SI NO SÉ QUIEN SOY. (Palabras y otros artefactos)

Ando por la calle, algunas veces, 
mirándolo todo con ojos de viejo, 
cansado, persiguiendo horizontes 
con pata de palo. 
Pero si el día luce limpio y esplendido 
me calzo con sueños y zancos con los 
que sonreír de cerca a las palomas.

Hay días que trato de esquivar los charcos 
con el bigote mustio y otros días, en cambio, 
que trato de alcanzar mi reflejo saltando 
con los dos pies juntos.

Al camarero que me sirve el café 
por las mañanas lo llevo loco, 
unos días, los buenos días y 
que tal, y como va todo,
y otros, ni una misera palabra.

O cuando me siento un señor formal 
y educado y me vuelvo atento y simpático 
y le sonrío a las viejitas 
en la cola del supermercado 
mientras rebuscan 
durante horas horas
y horas los 
céntimos 
suficientes
para 
pagar
con el
importe 
justo
y
exacto.

O cuando me encierro en un bar oscuro 
de mi pueblo y me alzo canalla y vocero 
y decimos tacos sólo el tiempo justo 
que nos permite la risa y la cerveza.

O cuando ando con la mente buceando 
en mis asuntos y atropello charcos 
y me habla el camarero, 
y la viejita 
y se sueltan tacos, 
y yo sonrío.
Sonrío porqué no me entero. 
No os escucho.

O cuando me siento travieso y bromista 
y me saltan los piropos por los ojos 
y las palabras me brotan por los codos 
y todo es sonrisa y atención 
y cada movimiento exacto 
y cada mirada exacta 
y me siento libre 
y pleno
como un globo aerostático.

O cuando me anochezco como hoy, 
y me encierro en la habitación mas 
pequeña y oscura de mi casa.

Y me pregunto cual de ellos soy yo.

Y si habrá alguien, algún día, que me reconozca.









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