Paseas,
casi siempre borracho.
Te mojas de tinta los
labios,
suplicas palabras,
en la esquina de
cualquier solar.
Pronuncias ebrio y
callado
la angustia de esta
plaza,
o te alzas
y escupes a voces
que hay un doblez
equivocado
en el nombre de las
cosas.
Escribes y tiemblas....
No hay orden. El orden eres tú.
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