Vivía en el suicidio lento del que no tiene memoria.
Del que olvida inexorablemente lugares, vivencias, alientos y personas, del que se deja, en cada huella, un pedazo de su historia.
Del que olvida inexorablemente lugares, vivencias, alientos y personas, del que se deja, en cada huella, un pedazo de su historia.
Vivía un día tras otro. Y otro tras otro. Y un día tras otro mas. Tras otro. Mas.
Vivía sin mochila y sin telares, con una amnesia perpetua que devoraba el recuerdo de todo lo que le había pasado.
- ¿Te acuerdas cuando?
- No.
- ¿Te acuerdas donde?
- Tampoco.
Vivía sin el imprescindible colchón de recuerdos que acuna una existencia.
Vivía solo.
Tan solo,
que sabe que sólo tiene
el tiempo que le queda.
que sabe que sólo tiene
el tiempo que le queda.
Un día menos tras otro. Y otro tras otro. Y otro menos aún. Tras otro. Menos.
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