Siendo un niño leí una anécdota de Mark Twain que no sé si es cierta.
En ésta se explica que realizando un viaje en tren, el pasajero de al lado, sin saber quien era su interlocutor, inició una conversación sobre libros. Tras conversar un rato sobre títulos y autores, Mark Twain, amparándose en su anonimato, decidió preguntarle al pasajero su opinión sobre Las aventuras de Huckleberry Finn, libro que él mismo escribió. El pasajero le contestó, ante la sorpresa del escritor, que ojalá jamás hubiese leído ese libro, a lo que Mark Twain, un poco ofendido, le dijo que a él no le parecía tan malo.
- No, no es que me parezca malo sino que me gustaría no haberlo leído nunca para poder disfrutarlo ahora como la primera vez.
Hoy, mientras paseaba por Barcelona, me he acordado de Mark Twain. No sé si la anécdota es cierta, pero si sé que me encanta esta ciudad y que me gusta mas aún, vivir a veinte kilómetros de ella.
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